El bar restaurante glenfiddich es una alegoría a los sentidos y el placer. Como si se tratase de un tiempo congelado, el espacio esta concebido para trasladarnos  a ese momento de expectación de sensaciones, libertad y placer que tenemos a la hora de servirnos en un vaso de whisky o aquavitae, “agua de la vida” como se le llamaba en tiempos pasados, esta metáfora es llevada  al espacio a extremos desconocidos, como de una gran masa esculpida por el movimiento de un líquido pasando a través de ella dándole vida y personalidad.

Con estas características morfológicas, el visitante no podrá conectar con ningunos de sus códigos de comportamientos adquiridos en locales públicos habituales, y lo llevaremos a reaccionar de una forma más libre y espontánea. Este bar- restaurante con su estética abierta y fluida incitará al visitante a ocuparlo y explorarlo de una manera espontánea,  reinventándose en posturas y formas adquiridas en sus comportamientos anteriores.  Este espacio público madrileño nos recrea con sus formas orgánicas y libres que como en el arte de la maduración del whisky este contenedor orgánico es tratado en sus superficies con maderas, otorgando al espacio un ambiente enriquecedor en texturas, olores y colores creando una atmósfera viva y latente.

Formalmente el espacio está creado con la tensión de dos entradas
diametralmente opuestas, las cuales originan un eje  dinámico central donde se puede estar o circular a través de el. Este eje o pasillo conformado con estratos de madera parece desafiar la gravedad y la lógica, cambiando inesperadamente la percepción espacial a medida que el usuario se desplaza a través de el, creando un espacio totalmente fluido y dinámico dentro de un contenedor estático.