Comúnmente, asociamos la imagen de las clínicas urbanas con lugares ocultos, con formas herméticas, cerradas. Predominan las fachadas ciegas, ocultando siempre sus formas y funciones interiores. Esta clínica representa una solución distinta, opuesta.

El local objeto de la adecuación es sensiblemente rectangular, con una gran fachada acristalada. En el interior se trabaja con una superficie que se desdobla y se pliega en sí misma, como si tratase de una piel o geografía humana, esta nos ayuda a armonizar la fluidez comunicativa entre las áreas públicas de la clínica con las zonas más privadas  y herméticas, como son las consultas y el quirófano.

Esta gran superficie nos aporta cierta magia llena de vida y movimiento atreves de sus texturas y reflejos.  Esta es capaz de dilatar los  espacios a medida que circulamos por ellos. Funcionalmente esta nos ayuda a dividir dos mundos o zonas, la primera es pública y de  circulación,  zona fluida y con movimientos que se ubica a lo largo de la fachada, permitiendo así esparcir la luz natural por todo el local  atreves de las formas curvas y la segunda es la parte privada mas contenida y octogonal, quirófanos y consultas, que se encuentran en la parte más cerrada e íntimas de la clínica.

Con la suavidad de formas orgánicas en el interior pretendemos que se asocie al embarazo deseado, al dispendio de un trato dulce,  incitando al  recuerdo inconsciente que tenemos como ser humano, ese primer lugar que habitamos  rodeados por una superficie envolvente  y continua  que conforma el útero materno, envueltos por una luz difusa, en este lugar reina la paz absoluta.

El propósito del diseño es que los pacientes y trabajadores del centro se sientan acogidos y seguros en un ambiente abierto, moderno y funcional.