Los edificios centenarios palaciegos de Madrid, conservan en algunos casos una distribución característica, donde la presencia del antiguo uso de carruajes, convive y ocupa un lugar destacado dentro del antiguo hábitat.

En el siglo XX el coche se entierra, se esconde, se separa del uso de vivienda, entre otros motivos por la suciedad de los caminos y carreteras, y en parte por la imperfección de los sistemas de seguridad. Es previsible que estos inconvenientes estén superados en la actualidad, por lo que se propone para una vivienda del siglo XXI, una vuelta a la presencia del carruaje moderno dentro del hábitat destinado a vivienda.

Esta es una propuesta de convivencia de vehículo-vivienda, cuyo interior confortable es una prolongación de la misma estancia. Los 70 m². del antiguo garaje, se convierten mediante un pliegue central en un espacio jerarquizado, con múltiples y diferentes perspectivas, alejado de cualquier convencionalismo precedente 

La superficie que se desdobla y se pliega en si mismo como si fuese un accidente geográfico, nos ayuda a armonizar la fluidez comunicativa entre las nuevas áreas creadas de la vivienda, dando flexibilidad funcional  y libertad de movimientos en su interior. En esta nueva topología de vivienda o de forma de vida nos encontramos con una sola jerarquía espacial donde el coche, la cocina, el salón y el dormitorio comparten el mismo valor protagonista.

La escasez de luz natural que caracteriza esta tipología de espacios urbanos la contrarrestamos con una invasión de matices blancos  y grises metalizados en todo el interior, creando un juego de luz y sombra que refuerzan la expresividad de las superficies en curvas.